martes, 29 de noviembre de 2011

El pseudónimo de Lope

Lope Wisconsin acaba de aterrizar. Metafóricamente, claro, pero en su cabeza lo ha hecho de una forma más tangible: en una nave espacial, y en pleno centro de Toledo. Curioso es que confunda un Leroy-Merlin de polígono barcelonés con la ciudad amurallada, pero no tanto como que crea que es extraterrestre. Por mucho que tenga extrañas marcas en la frente que, bien miradas, deberían ser identificadas como poco más que arañazos de pequeño felino. En todo caso, nada inconcebible si escuchamos la historia en boca de su madre, Cesárea Angosta, que decidió conservar su apellido de soltera al morir su marido Paco: -Lope es malo, malísimo. Si no se hubiera drogado tanto de joven, porque ya no es joven, por mucho que lleve una vida díscola y desordenada. Y eso que de niño era una perla. Leía el Pronto a las vecinas en el rellano y parecía que sabía de todo cuando no levantaba un palmo del suelo. Pero todo fue culpa de las amistades que hizo en el colegio. Panda de zascandiles y drogaditos. Dios los haya perdonado. Con lo bueno que era, y empezó a salir de noche como si se acabase el mundo y hubiera que quemarlo antes. Y como si no fuese gratis. Porque al final arruinó a la familia y acabó con la salud de mi Paco. Dios lo haya perdonado, también. Qué le vamos a hacer, los disgustos son la riqueza del pobre. Pero eso no es lo peor, luego llegó la chinita esa que le sacaba todas las perras, luego la anorexia y por último la esquizorfrenia. ya lo dicen: Habas en flor, locos en vigor. Normal, si se chupaba por la nariz hasta el polvo del dobladillo de las cortinas. Suerte tuvimos del doctor Ernesto Van der Fender, que lo supo atajar a tiempo y adormilármelo con drogas de las buenas. Claro ejemplo de que soplar sopas y sorber, las dos cosas no pueden ser. Lástima de momentos como los de hoy, que seguro que no se ha tomado las pastillas desde que Cristo perdió la chancleta y tenemos que ir a cazarlo por los supermercados. Ya se sabe: lucecitas y musiquilla. Mejor eso que los autos de choque, donde puede liarla parla.- Y Mientras, Lope baila en el pasillo de las llaves Allen al son de una pegadiza canción de los Los Chanquetes Sexys que, en su confusión, entiende  como un himno de apareamiento de su planeta. Y sonríe al ver a esa extraña señora, con aspecto de reina alien, hablándole a una inexistente cuarta pared. Más tarde, Lope decidirá empezar a usar un pseudónimo.  

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