jueves, 8 de diciembre de 2011

Y no quedó ninguno.

Tres personas que no existían se juntaron en una cueva. El Hombre del Saco se llevó a una de ellas, y no quedó ninguna.

martes, 29 de noviembre de 2011

El pseudónimo de Lope

Lope Wisconsin acaba de aterrizar. Metafóricamente, claro, pero en su cabeza lo ha hecho de una forma más tangible: en una nave espacial, y en pleno centro de Toledo. Curioso es que confunda un Leroy-Merlin de polígono barcelonés con la ciudad amurallada, pero no tanto como que crea que es extraterrestre. Por mucho que tenga extrañas marcas en la frente que, bien miradas, deberían ser identificadas como poco más que arañazos de pequeño felino. En todo caso, nada inconcebible si escuchamos la historia en boca de su madre, Cesárea Angosta, que decidió conservar su apellido de soltera al morir su marido Paco: -Lope es malo, malísimo. Si no se hubiera drogado tanto de joven, porque ya no es joven, por mucho que lleve una vida díscola y desordenada. Y eso que de niño era una perla. Leía el Pronto a las vecinas en el rellano y parecía que sabía de todo cuando no levantaba un palmo del suelo. Pero todo fue culpa de las amistades que hizo en el colegio. Panda de zascandiles y drogaditos. Dios los haya perdonado. Con lo bueno que era, y empezó a salir de noche como si se acabase el mundo y hubiera que quemarlo antes. Y como si no fuese gratis. Porque al final arruinó a la familia y acabó con la salud de mi Paco. Dios lo haya perdonado, también. Qué le vamos a hacer, los disgustos son la riqueza del pobre. Pero eso no es lo peor, luego llegó la chinita esa que le sacaba todas las perras, luego la anorexia y por último la esquizorfrenia. ya lo dicen: Habas en flor, locos en vigor. Normal, si se chupaba por la nariz hasta el polvo del dobladillo de las cortinas. Suerte tuvimos del doctor Ernesto Van der Fender, que lo supo atajar a tiempo y adormilármelo con drogas de las buenas. Claro ejemplo de que soplar sopas y sorber, las dos cosas no pueden ser. Lástima de momentos como los de hoy, que seguro que no se ha tomado las pastillas desde que Cristo perdió la chancleta y tenemos que ir a cazarlo por los supermercados. Ya se sabe: lucecitas y musiquilla. Mejor eso que los autos de choque, donde puede liarla parla.- Y Mientras, Lope baila en el pasillo de las llaves Allen al son de una pegadiza canción de los Los Chanquetes Sexys que, en su confusión, entiende  como un himno de apareamiento de su planeta. Y sonríe al ver a esa extraña señora, con aspecto de reina alien, hablándole a una inexistente cuarta pared. Más tarde, Lope decidirá empezar a usar un pseudónimo.  

domingo, 27 de noviembre de 2011

Todos y cada uno de los dientes delanteros de Rotbailer están despiertos y jugando, pero sin llorar. Es lo que tienen los principios, los del hambre y los de la narración, que ansían tirarse hacia adelante, prognatos e intrépidos.



Y luego están los pestiños. Y es lo que tienen los malditos: mucho azúcar, mucho nudo, y mucha droga dura. De la que abre todos los neurorreptores y convierten a Rotbailer en un yonki ansioso de amor.



Y es que sin amor los dedos de la mano derecha le huelen a sudor de sexo propio y a tierra removida con azada vieja, y lo ojitos le escuecen de adentro para afuera. Y en cambio, con amor, Rotbailer hasta sería capaz, incluso, de ir con chaquetitas Lacoste con los cuellos levantados. Sin dejar de molar.



Pero es por culpa del hambre que nuestro hombre llora, aunque no podemos estar seguros de que sea por la hambruna propia. Pese a ello, tras secarse la lágrima existencial con el dedo mecánico de rascarse el picorcito del dolor, introduce la pandereta en la caja de recaudación. Así desenlaza.



Comida para alma.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Apple, Rebeca y la señora Patro


Rebeca Estephan es feliz viajando en tren porque se masturba todo el rato. desde que a su vecina la Patro Rusco de Osma se le resbaló en el ascensor, y con un ruido como de descorchar champán, aquel mini consolador que se conecta al ipod, que la vida de ambas ha cambiado. Porque aunque Patro negó toda propiedad sobre la bella y estilizada pieza de aluminio designed by Apple in California, Assembled in China, ahora es el hazmerreír de toda la comunidad de propietarios del 73 de la calle Monjitas de Trafalgar. Y, por su lado, Rebeca se ha hecho fans de Joel Tigre de todos los Christos y del botón repeat, porque los discos de perreo son los que más caña le dan al aparatito. Pájaras de mal asiento, las dos.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Los Abismos del Sr. Perla

El Sr. Perla ha oído de una rave que están celebrando en un país del sur. Pero es consciente de que irse a darlo todo en un viaje largo, en modo one man army, haría peligrar la estrecha relación que está entablando paulatinamente con sus gatitos. Por eso sopesa con cuidado, y entelequia metafórica, los blancos y los negros de semejante decisión. Por un lado sospecha que las pequeñas bestias se pasarán por el aterciopelado forro de sus diminutas pelotillas la orden expresa de no deshollar el sofá de escay que tantas nalgas y quemazones de chinas han degustado, y por supuesto tiene todo lo claro que le permite la reciente resaca post-electoral que los diminutos depredadores caseros obviarán la curiosa circunstancia de tener el bol de comida monstruosamente lleno de ídem, llegando a mantenerse en una pacífica pero inamovible y airada huelga de hambre. Despecho, le dicen ya los ojitos de una de las criaturas, de soslayo, y de un verde precognición.

Pero por el otro lado está el fiestón de órdago que se están montando por allí abajo. Ha oído que dura ya varios días, y que jamás se ha celebrado nada semejante, ni se celebrará (intuye el Sr. Perla), en las calles de su ciudad, que es tan blanda y áspera que adolece de malos de fin de pantalla dignos de más monedas de cinco duros. Y además cuentan que toda la fiesta empezó con una conga. O para montar unas elecciones, que viene a ser lo mismo. Estos egipcios, que cuando se ponen en serio en algo, son la hostia, piensa el Sr. Perla, tan poco amigo de la procastinación, pero mirando con dos cojones, y sin terciopelo que suavice, a los ojos del abismo.